After Haiku Audiovisual

¿Qué pasa si viene el cuco y lo asusto con esta cara de mundo que llevo?
¿Y si se mete debajo de mis sábanas y llora atormentado vaya a saber con no sé qué pensamientos terribles acerca de lo que pueda sucederle si lo capturo?
¿Y si enciendo el foco bajo consumo que habita mi velador y lo ciega, porque no es un ser que habite la luz? ¿Y si después de todo el cuco es bueno y solo busca en mí un refugio, un amigo con quien contar en momentos en que la luz lo ciega?

¿Y si el cuco es nena?
¿Si el cuco es nena y me enamoro?
y empiezo a salir por las noches con ella, esquivando el neón (Ne) de las ciudades, asustando a seres ignorantes que prejuzgan a los que temen la heridora soberbia de los fotones?

¿Me asustaré de mí mismo cuando nos miremos al espejo estando bajo los influjos de las sombras?
¿Podré convivir con mi nueva condición cuquezca?

¿Y si descubro que después de todo el miedo es cuestión de prejuicios y oscilo entre la luz y la sombra buscando la forma verdadera de los seres que las habitan?

Todos los miedos nacen en ese sitio donde no podemos advertir la
exactitud de las siluetas.

Tengo que amigarme con los ejércitos que acechan en la penumbra.


No entiendo el momento.
De repente estoy en este lugar penumbroso

veo siluetas que se mueven, estoy llorando navajas
me sangra algo, lo sé por lo espeso de las lágrimas

Intento levantarme y no puedo, no domino mi cuerpo
No puedo respirar ¡no puedo respirar! ¡Ayudame!
estoy llorando navajas y duele
Alguien quiere acercarse grito o balbuceo
o tal vez no muevo un músculo

Soy un borde de conciencia buscando la huida.


Dejá no me ayudes. Ya se apaga.
No me importa respirar.


Hace dos horas que nací
la partera no me escucha
vengo aturdido a este mundo enfermo
cuando llegué no me vieron, mi madre cerró los ojos
incendió sus pelos y salió a tientas de la habitación.
Las enfermeras fuman y apagan las colillas en mi cabeza.
Estoy en un hospital que vende los cuerpos fósiles de los muertos nuevos.
No tengo manos, no tengo pies, no tengo dientes para morder mi cordón umbilical
conectado a las máquinas de un dios apóstata y adicto que me mira y gime.

Mientras afuera el mundo también se cae.


Mi cuerpo no llegó al invierno donde lo esperaba su muerte.
Sin embargo lo vi consumirse
vi una palabra como cuchillo
un poema venabierta
con sangre contaminada
de un avatar confundido con su player
en un espacio de conciencia alternativa,
creando un nuevo verbo;

sin orden, sin límite, sin tiempo.


Martes 29 de julio de 2.019
Hubo un corte de energía eléctrica, es algo habitual en la ciudad de Oberá, pero esta vez es distinto… Amanece, estoy confundido.
Veo a la gente repitiendo movimientos idénticos a los de ayer o mañana, las horas no transcurren como debieran, el corte duró desde mañana a medio día hasta hoy, es decir; ayer al amanecer. Séptima jornada antes del corte.
Ahora puedo ver los días y su regresión exasperante, cada amanecer es uno anterior a aquel.
No sé si todos perciben lo que está ocurriendo.
En un instante vi este desorden como una posibilidad para cambiar cosas que no hubiese hecho pero es un cliché que no puedo concretar, todo transcurre tal y como fue antes; no me interesa, pero tampoco me aburre, observo detalles que no había notado.
Pasaron seis meses y los días siguen empecinados en volver no sé a dónde.
Ha habido otras interrupciones en la energía como es regular aquí pero no modificaron nada, todo sigue su curso anormal. Hace diez años que el tiempo corre para atrás, me siento más joven, es evidente en mi cuerpo.

¿Cómo acabará esto? ¿Con mi nacimiento? ¿Con mi concepción?
¿O habrá un rebote temporal y volveré a nacer y crecer hasta llegar
al instante del corte? ¿Habrá seres transcurriendo desde aquel
punto de la recta hacia el otro extremo? ¿Existirá otro Yo entre
ellos? ¿Soy el único que tiene conciencia de la inversidad del
tiempo?
Soy el profeta de lo que ya pasó.


Soy un cuerpo anaeróbico.
Crezco sin necesidad de aire.
El germen de mi apocalipsis inhala oxígeno y me invita,
intuitivo lo rechazo.
Titubeo, tengo todas las costuras de mi piel adheridas a este medio
que me resguarda de ellos,
de los que respiran sin comprender.
Yazgo acuclillado en lo que parece ser el centro de mi substancia,
siempre aterrado ante el peligro de que aparezca alguien
e intente sacarme de aquí.

Es mí cielo, es mí infierno, no quiero salir


Estoy atrapado
la contribución y compromiso con el daño es ineludible
bienvengo de manera efusiva la hora de mi intervención
que sirve de alimento a este monstruo confuso

que busca su forma en MIL NOMBRES

Textos y voz: Aníbal de Grecia, edición Josi

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